Ay: Una joya escondida en el corazón de Champaña
En las ondulantes colinas del noreste de Francia se encuentra una pequeña ciudad con una gran reputación. Ay, una comuna del departamento de Marne, puede que no sea tan conocida como sus vecinos más famosos, pero su contribución al mundo del vino es innegable. Este modesto pueblo, con sus pintorescos viñedos y su rica historia, ofrece a los visitantes un auténtico sabor de la región de Champagne, lejos de las multitudes de turistas.
Un legado de burbujas
La historia de Ay está profundamente entrelazada con la historia del champán. Durante siglos, la ciudad ha sido venerada por la calidad de sus uvas, en particular la variedad Pinot Noir. Los suelos calcáreos y el microclima único de la zona son reconocidos por producir uvas de carácter excepcional, codiciadas por algunas de las casas de champán más prestigiosas del mundo.
La conexión de la ciudad con el champán se remonta al siglo XVII, cuando Dom Pérignon, el legendario monje a menudo asociado con la invención del champán, obtenía uvas de los viñedos de Ay. Hoy en día, este legado continúa en las grandes casas productoras de champán y en las pequeñas explotaciones familiares que tienen su sede en Ay.
Un viaje a través del tiempo
Al pasear por las estrechas calles de Ay, se palpa la historia. La arquitectura de la ciudad cuenta la historia de su pasado, con edificios que datan de los siglos XVI al XIX uno al lado del otro. La iglesia de Saint Brice, un bello ejemplo de arquitectura gótica, sirve como recordatorio de la importancia que Ay ha tenido durante mucho tiempo en la región.
La Place Henri Martin, la plaza central de Ay, es el punto de encuentro entre el pasado y el presente de la ciudad. Aquí, tanto los habitantes como los visitantes pueden disfrutar de una copa de champán en uno de los encantadores cafés, rodeados de edificios que han sido testigos de siglos de historia de Ay.
El arte de elaborar champán
La verdadera esencia de Ay se puede experimentar a través de sus bodegas de champán. Muchos de estos establecimientos ofrecen visitas guiadas y catas, lo que permite a los visitantes conocer de cerca el proceso de elaboración del champán. Desde el cultivo de las viñas hasta el intrincado método de segunda fermentación que le da al champán sus burbujas, cada paso del proceso está impregnado de tradición y experiencia.
El Champagne Henri Giraud, uno de los productores más respetados de Ay, ofrece a los visitantes una perspectiva única sobre la producción de champán. Su compromiso de utilizar barricas de roble del cercano bosque de Argonne en el proceso de envejecimiento muestra la profunda conexión entre la tierra y el producto final.
Más allá de las burbujas
Si bien el champán es el motivo de la fama de Ay, la ciudad ofrece mucho más que un vino excelente. El paisaje de los alrededores ofrece muchas oportunidades para los amantes de las actividades al aire libre. Las rutas de senderismo y ciclismo serpentean entre los viñedos y ofrecen vistas impresionantes del valle del Marne y la oportunidad de apreciar el paisaje que le da al champán de Ay su carácter distintivo.
Para los interesados en la cultura local, el Pressoir, un antiguo lagar de champán reconvertido en centro cultural, acoge exposiciones y eventos durante todo el año. Estos eventos suelen celebrar el rico patrimonio vitivinícola de la región, al tiempo que muestran arte y música contemporáneos.
Una muestra de la vida local
Para vivir la auténtica experiencia de Ay, hay que disfrutar de su oferta culinaria. Los restaurantes locales sirven cocina tradicional de Champaña, a menudo acompañada del famoso champán de la ciudad. Platos como el jamón de Reims (una especialidad local a base de jamón) y la potée champenoise (un abundante guiso de carne y verduras) ofrecen una muestra de los sabores regionales.
El mercado semanal de la ciudad, que se celebra todos los jueves por la mañana, ofrece la oportunidad de mezclarse con los lugareños y probar productos frescos de las granjas de los alrededores. Aquí, el sentido de comunidad que define a Ay se manifiesta plenamente, ya que los residentes se reúnen para comprar, charlar y disfrutar de los placeres sencillos de la vida en un pueblo pequeño.
Un destino para todo el año
Aunque se puede disfrutar de Ay durante todo el año, ciertas estaciones ofrecen experiencias únicas. En primavera, los viñedos cobran vida con nuevos brotes, tiñendo las laderas de un verde vibrante. En verano, el clima es cálido, perfecto para actividades al aire libre y cenas al aire libre. En otoño, la temporada de la cosecha, la ciudad se llena de actividad a medida que se recogen las uvas y comienza de nuevo el proceso de elaboración del vino. Incluso en invierno, Ay tiene su encanto, con acogedoras salas de degustación que ofrecen calidez y alegría.
Puede que Ay no tenga los grandes monumentos ni las atracciones mundialmente famosas de las grandes ciudades, pero su auténtico encanto y su rico patrimonio vitivinícola la convierten en un destino que merece la pena explorar. Aquí, en esta pequeña ciudad donde el champán fluye tan libremente como el cercano río Marne, los visitantes pueden experimentar la verdadera esencia de la región de Champagne.
A medida que el sol se pone tras los viñedos y parten los últimos grupos de turistas, Ay revela su lado más encantador. En las tranquilas horas de la tarde, con una copa de champán local en la mano, uno puede apreciar verdaderamente la sutil belleza y las tradiciones profundamente arraigadas que hacen que esta ciudad sea tan especial. Para aquellos que buscan una experiencia más íntima de la región vinícola de Francia, Ay ofrece una alternativa refrescante a los bulliciosos centros turísticos, muy similar a la encantadora ciudad de Beaune en Borgoña.
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